Diseño de la anatomía de un corazón, impreso al estilo vintage en un papel envejecido
DIÁSTOLE, SÍSTOLE
El hondo latido únicamente acierta
a vibrar como necesario impulso,
buceando quimérico buscando luz
entre tinieblas.
Si eso nos bastara...
Pero no: queremos la caricia del viento
fresco y otoñal caer sobre nuestro rostro
con cada amanecida; salir a la mar y dirigir
el barco de tal forma que nos permita crear
estelas y sueños seguros de lograr portentosos
descubrimientos; sol y viento, enigmas,
instantes gloriosos y el don de poder transmitir
sentimientos y gozar de voces que aporten
alegrías; el querer penetrar en el agua, mojarnos
para sentir su suave contacto y reír felices
embriagándonos de calma y soledad en impulsos
lentos y seguros por penetrar en los misterios
del silencio.
Sin embargo la vida solo necesita de dos
mecánicos e intermitentes movimientos:
diástoles, sístoles.
“Océanos de luna”
Cuaderno VIII. (1984-1987
Tus palabras y el mar, la caricia del viento, las estelas, las voces amigas, todo ello me ha recordado otro tiempo y lugar... ¡Ayer!
ResponderEliminar¡Eivissa! Tierra y mar donde nací. Donde vi amanecer muchos días, de niño y en una isla blanca y virgen, desde unas orillas en calma, ausentes de olas, tranquilas, casi inamovibles a esas horas.
Abrazos Teo.
Qué bueno que te hayas trasladado a Eivissa, amigo Ernesto. Con qué sentimiento hablas del mar, de las estelas, de las voces amigas, de vivencias...
EliminarMuchísimas gracias por tu visita amiga.
Fuerte abrazo.
Para vivir solo precisamos los latidos, esa sístole y diástole que en constante movimiento nos permiten existir, pero la vida no es solo existir, hay que sentir, emocionarse, hacer que valga la pena los latidos del dulce corazón. Besitos
ResponderEliminarCiertamente, Karyn: hay que darle sentido a la vida y procurar que tarde en pararse ese corazón.
EliminarUn abrazo.