Obra de Joseph Mallord Turner.
Un pintor especial, para quien la abstracción marítima no parecía tener secretos. Pintó innumerables veces el mar. Era tanto su afán, que se dice que una vez pidió que lo atasen al palo mayor de una nave para así pintar con todo detalle una galerna evocando el episodio donde Ulises se ata al mástil para ser tentado por las sirenas sin tener que privarse de oír su canto.
ODA
A LA MUERTE DE UN AMIGO
A la memoria de Robert.
Robert Rubio ha muerto ahogado,
atrapado, arrebatado en la terca
e irrefrenable tempestad del infortunio.
Un pensamiento frío se desliza
cuerpo arriba esta mañana aciaga,
cargada de estériles penumbras.
La niebla trajo ecos de agonías
La niebla trajo ecos de agonías
que truenan tras las espaldas
de un tiempo roto, de una vida
aún por hacer, hojas tronchadas
aún por hacer, hojas tronchadas
en los márgenes de la primavera.
Lo impenetrable del abismo recibe
la reseña entre losas y osamentas frías.
La igualdad o equivalencia que genera
la nada, triunfa sobre la hermosa juventud.
Frente amplia, agraciado cabello,
esbeltez elegante, actitud creativa
que no realizará ya significativos collages.
El mar derribó la barca de la amistad,
atrayendo su cuerpo hacia afilados
escollos y aguzados arrecifes del bretón
litoral francés. Ahí, entre el espanto
máximo, quedaron sus últimos espasmos,
Frente amplia, agraciado cabello,
esbeltez elegante, actitud creativa
que no realizará ya significativos collages.
El mar derribó la barca de la amistad,
atrayendo su cuerpo hacia afilados
escollos y aguzados arrecifes del bretón
litoral francés. Ahí, entre el espanto
máximo, quedaron sus últimos espasmos,
sus alargados lamentos.
Apenas sus labios habían acariciado
y besado; apenas su cuerpo se había
acostumbrado al amor, la oceánica
tempestad se llevó un juglar de sueños
dorados. El cajón de las quimeras
rotas, guardará sus señas de identidad.
Sofocada quedó el efecto de la palabra
amiga, sombra y luz, tenue embriaguez
Apenas sus labios habían acariciado
y besado; apenas su cuerpo se había
acostumbrado al amor, la oceánica
tempestad se llevó un juglar de sueños
dorados. El cajón de las quimeras
rotas, guardará sus señas de identidad.
Sofocada quedó el efecto de la palabra
amiga, sombra y luz, tenue embriaguez
de deseos incumplidos.
Hace frío en la negra tumba de lo infinito.
Un hálito tembloroso y alargado lucha
por liberarte, afligido se revuelve
Un hálito tembloroso y alargado lucha
por liberarte, afligido se revuelve
en lo más lamentable de lo imposible.
Robert Rubio,
galo y español,
primo y entrañable amigo.
Robert Rubio,
galo y español,
primo y entrañable amigo.
OCÉANOS DE LUNA
(Cuaderno VIII. De 1984 a 1987)
©Teo Revilla Bravo
Teo: la muerte en la cual jamás pienso, es un ir del que estuvo a tu lado. Y no lo vuelves a sentir, ni lo vuelves a ver. Por lo tanto a disfrutar del hoy y del momento ansiado.
ResponderEliminarA disfrutar el hoy, vivir el presente. Eso siempre. El poema -escrito hace muchos años- llegó en aquellos días de dolor como desahogo y rabia. Gracias por tus ánimos que impulsan optimismo siempre.
EliminarUN abrazo.
Sé lo triste que es perder un amigo, el vacío incalculable que deja dentro de nuestro ser. Es triste por lo mismo, el poema, pero no puede ser de otra manera, el vivir una experiencia así, tan trágica. Una pena que brota en cada uno de los versos. Besitos
ResponderEliminarCierto, Karyn. El poema constata un hecho doloroso y luctuoso, algo que lacera el corazón. La necesidad de clamar ese dolor al los cuatro vientos, provocan esa necesidad de escribirlo.
EliminarUn abrazo.