ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

martes, 16 de enero de 2018

LUCIAN FREUD



Lucian Freud   "Mujer con un perro blanco" (1952)








LUCIAN FREUD


La base de su arte está en el dibujo. Sin esos rasgos característicos y de cómo los realizaba, no habría artista posiblemente. No a la manera que nos hemos acostumbrado a verle e interpretarle. Lucian Freud comenzó dibujando desde bien pequeño, y durante más de setenta años siguió en ello, algo de lo que se enorgullecía por haber sido constante. Esos dibujos, interactuaban con las personales pinturas, construyendo poco a poco la progresión de sus obras,  un lenguaje artístico particular de calado y preludio humano muy específico.

Su pintura nos muestra un mundo, aparentemente aquietado; un universo amansado, por decirlo de alguna forma, pero  con una enorme fuerza, tanta que al final parece ganar en ella a la acción. En esa obra aparecen personajes reconocibles en nuestro día a día, preferentemente desnudos: amantes, familiares, vecinos, amigos ricos y amigos pobres… A todos ellos los obliga a tenderse en el suelo o en el simbólico diván, como si fueran serenos y resignados pacientes. A Lucian Freud no le interesaba la interpretación de los sueños de sus modelos, como sí y mucho le interesó a su célebre tío Sigmund; se conformaba con desnudarlos por fuera, en crudo, frío, y duro contexto.

Manejaba la luz de tal modo,  que hacía posible que las pieles de esos cuerpos lucieran traslúcidas y brillantes, se supone que con la idea de que el espectador, al contemplarlas, se diera de golpe con toda la fuerte connotación humana que reflejan, centrándose -quizás mareándose- en o por algo a lo que no estaba acostumbrado: la aparente fealdad del cuerpo humano en perversa soledad, sufrimiento y aislamiento; la frialdad, el vacío, la incomunicación de la misma sociedad, en intentos por desentrañar la verdad sobre el ser humano, pues tenía la obsesión de que ni un solo pliegue del  cuerpo, ni un solo escondrijo del alma, quedaran ocultos al espectador.  

Admirador de Goya, Tiziano, Velázquez, Durero o Chardin, fue  un devorador insaciable del arte ajeno. De todos aprendía con devoción, pintando obsesivamente pretendiendo imitarlos. Los grandes pintores del pasado, le interesaban de sobremanera. Hallaba en ellos la mejor tradición del uso del color y la materia, fórmula que le permitía expresarse del mejor modo, no siendo impedimento para que, con desapasionamiento, analizara y definiera verazmente su tiempo, ese siglo XX. que le tocó vivir. Garantizando, de este modo, la pervivencia de una obra singular e imprescindible.


Barcelona, julio de 2017.
©Teo Revilla Bravo.


4 comentarios:

  1. El año pasado pude ver y disfrutar en Málaga varias obras suyas, unas obras que tiran del espectador, de su mirada, que lo obligan a permenecer ante ellas y a volverse hacia uno mismo descubriendo y descubriendo. Tu semblanza del gran L. Freud es espléndida, está a la altura de lo que su obra ofrece y reofrece. Enhorabuena.

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    1. Yo también tuve la oportunidad de ver su obra, Alfonso, en una exposición aquí, en Barcelona hace ya bastantes años. Cuadros de formatos bastante grandes, la mayoría muy conocidos ahora. Por eso quizás, por lo grandes, más impactantes. No deja indiferente, no. Está pleno de fuerza y de ternura, de una expresividad en sus trabajos que puede doler, no sé de dónde pudo sacarla, creo que la acumulación de materia en sus pinceladas tiene parte de la culpa, de su maravillosa manera de pintar.
      Gracias,un abrazo.

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  2. Es un pintor que no deja indiferente, como bien dice Alfonso, hay algo en ellas que te obliga a mirar, a querer trasladarnos al instante mismo de la creación y verlo jugar con las pinceladas y los colores, por eso me interesó esta imagen que lo muestra en el momento de creación, con la modelo y la obra en su estudio. Besos

    http://www.theartsdesk.com/sites/default/files/styles/mast_image_landscape/public/mastimages/dawson_riaalmostfinished200_1.jpg?itok=_RB2q2oP

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    1. Interesante fotografía sin duda, Karyn Huberman, testimonio de un pintor diferente, con fuerza expresiva, con entrega total a lo que suponía para él la actividad pictórica, rasgos y color.
      Un abrazo.

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