ENTRE PALABRAS Y SILENCIOS

domingo, 2 de abril de 2017

A VUELTAS CON LA SANTA.


"Retrato de Santa Teresa"  Obra del pintor Fray Juan de la Miseria.



«Era esta santa de mediana estatura, antes grande que pequeña. Tuvo en su mocedad fama de muy hermosa y hasta su última edad mostraba serlo. Era su rostro no nada común, sino extraordinario, y de suerte que no se puede decir redondo ni aguileño. Los tercios de él iguales, la frente ancha e igual y muy hermosa; las cejas de color rubio oscuro con poca semejanza de negro, anchas y algo arqueadas».
«Los ojos negros, vivos y redondos, no muy grandes, mas muy bien puestos; la nariz, redonda y en derecho de los lagrimales para arriba, disminuida hasta igualar con las cejas, formando un apacible entrecejo, la punta redonda y un poco inclinada para abajo; las ventanas arqueaditas y pequeñas, y toda ella muy desviada del rostro».
«Mal se puede con la pluma pintar la perfección que en todo tenía: la boca de muy buen tamaño. El labio de arriba delgado y derecho; el de abajo, grueso y un poco caído, de muy linda gracia y color. Y así la tenía en el rostro, que, con ser ya de edad y muchas enfermedades, daba gran contento mirarla y oírla, porque era muy apacible y graciosa en todas sus palabras y acciones. Era gruesa más que flaca, y en todo bien proporcionada; tenía muy lindas manos, aunque pequeñas».
(Madre María de San José, Libro de las Recreaciones)

Breves versos:

Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.



A VUELTAS CON LA SANTA


“Parece ser que su vida tuvo un doble recorrido. Un episodio depresivo asociado con fibromialgia absorbió su desarrollo juvenil y no fue hasta la edad de 40 años cuando Santa Teresa pasó de ser una criatura maltratada por la vida, a una mujer mística y escritora capaz de construir ella misma su vida y abanderar la libertad íntima y personal”. Escribe, Francisco Alonso-Fernández.
La obra de Teresa de Jesús, las páginas de sus libros, se abre al lector convirtiendo sus palabras, sus versos, sus pensamientos, en singulares imágenes, en toda una sorprendente revelación literaria si nos colocamos en la época que le tocó vivir. Teresa de Jesús fue una escritora única, una escritora excepcional en un tiempo en que las mujeres no tenían acceso a la cultura y por supuesto no escribían. Además crea (inspirándose en San Agustín que escribía retóricamente hablando con Dios) el género de la autobiografía real, un lenguaje expresivo y cercano con el que generó una prosa visual dirigida a sus lectoras, las monjas carmelitanas, para que pudieran entenderla fácilmente. Necesitaba la escritora para su vivencia espiritual (sabiendo recurrir a la realidad como sabía), imágenes que la transportaran fuera para explicar las complejas experiencias que deseaba describir desde dentro. Para ello utilizaba símbolos alegóricos, amparados en creaciones artísticas que pudieran ilustrar de manera fidedigna su obra. Al cabo, esta mística labor poética, haría de ella una escritora con proyección universal al ser una de las primeras mujeres en firmar libros en castellano. Profundamente religiosa, viva, cercana, inquieta, crítica y osada como así la describen sus biógrafos, el impacto que su obra tuvo en España pronto cruzó fronteras sin dejar de ganar adeptos y admiradores con el paso del tiempo. La primera traducción al inglés fue impresa en Amberes en 1611.  
Teresa de Jesús, a lo largo de esta trayectoria literaria (vigilada muy de cerca por el Santo Oficio que desconfiaba de ella), se adentra en una crisis física y emocional, que se acrecentaría con su entrada en el convento y con la lectura de los padres de la iglesia que halló en su biblioteca. Pero además de escribir sus libros con tanta entrega y fe, se dedicó en cuerpo y alma a la fundación de conventos carmelitanos, falleciendo en Alba de Tormes en octubre de 1582.  Tras su muerte, comenzó a brillar y sobresalir como gran ejemplo. Fray Luis de León editaría sus obras y nos hablaría de la “elegancia desafeitada” de su escritura y del deleite que daba leerla. Teresa de Jesús, para muchos intelectuales que la elogiaron, fue considerada  como la gran intérprete del misticismo Barroco. Tanto fue el prestigio que alcanzó, que grandes autores la retrataron artísticamente. Así lo hizo Rubens en obra donde la santa está inspirada por el Espíritu Santo, pero también hay obras sobre ella de Ribera, Zurbarán, Luca Giordano, Andrea Vaccaro o Pietro Novelli; Alonso Cano y Gregorio Fernández, lo harían a nivel escultórico, lo que da idea de lo que llegó a representar Teresa de Jesús y de lo que aún sigue representando e influyendo hoy en día.


Barcelona. Abril de 2017  
©Teo Revilla Bravo.

6 comentarios:

  1. Un buen recordatorio del paso excepcional de esta mujer por el mundo, sin duda hay un antes y un después de ella, más aún siendo monja. Poco más que agregar salvo sus propias palabras:

    No podemos hacer grandes cosas, pero sí cosas pequeñas con un gran amor.

    El que no sirve para servir, no sirve para vivir.

    Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegrías.

    La verdad padece, pero no perece.

    Si Satanás pudiera amar, dejaría de ser malvado.

    Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía.

    Sólo amor es el que da valor a todas las cosas.

    Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero.
    Besitos.

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    1. Gracias por dejarnos constancia, a través de estos ejemplos, de la valía de Teresa de Jesús, Karyn.
      UN abrazo.

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  2. Casi me he sentido como ella en la hermosa escultura del "Éxtasis" de Bernini, al leer tu excelente retrato de la Santa de Ávila que, como bien apuntas, encuentra su grandeza intelectual y literaria más allá de lo religioso, por el mero hecho de alcanzar su categoría siendo mujer en su contexto histórico. Gracias por esta enriquecedora aportación, Teo.

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    1. Gracias a ti, Francisco. Bien poco es lo escrito y menos lo relevante que no se supiera de Teresa de Cepeda y Ahumada. Cuando uno se tropieza con ellos, por el motivo que sea, la sensación, en mi caso, es celebrarlo, es hablar de ello como justo homenaje. Así esta Teresa, así anteriormente Unamuno, etc... Gracias, en todo caso, por ser partícipe de estas sencillas líneas y dejar constancia aquí en el blog de ello, porque también es afecto.
      Un abrazo y un buenos días.

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  3. Leí la biografía de Santa Teresa y su libro " Las Moradas" y me despertó tanto interés, que fuí a Ávila a visitar su convento y a investigar todo lo que pude de ella. Me parece una mujer realmente profunda y con una capacidad de introspección inigualable. La admiro y hago uso en algunos de mis trabajos de su explicación sobre los aposentos, a los que yo llamo, frecuencias. En fin
    ... Soy una fiel admiradora de su obra y me encanta recabar detalles de su aspecto físico, así como de su personalidad. Lo que ne ha dejado un poco confundida es que digan que tenía fibromialgia, ya que esa enfermedad es muy de nuestra época y no creo que puedan etiquetar sus males o patologías con esa enfermedad. Te agradezco la publicación y todos los detalles que facilitas sobre ella. Saludos, Teo

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  4. Quizás la santa acusaba con frecuencia fatigas, dolores generalizados, según propios testimonios o bien ajenos. Sabemos que a la Fibromialgia se la define por esas características principalmente, y porque esas molestias son de origen desconocido.
    Me alegra, Ana, que te haya sido grato leer esta breve reseña sombre Teresa de Jesús. Yo encuentro mucha profundidad en sus escritos, y una personalidad nada dable en su época y menos en su condición de mujer; quizás por eso mismo, por ser mujer y poder tener acceso a la cultura.... Un fuerte abrazo.

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