AFÁN
Afán, afán, afán. De ser y de que nos sean,
de mostrar y para que ensalcen lo mostrado,
de escribir y que se lea y reafirme ─incongruentes
inspiraciones, asertos disímiles, panegíricos
insufribles, vastas soflamas y hasta prolongadas
arengas largo tiempo empolvadas─ lo escrito.
Estamos adheridos al afán de sobresalir
como sea presuntuosos y contentos de sentir
la testuz crecer y crecer viéndola llegar
a las nubes doradas del sin par paraíso parnasiano.
Y lo hacemos lanzando suspiros a cada socaire
que deja la brisa al paso real de la fecunda
musa auxiliadora. Valiosos, sí, rubricados
versos, pura vanidad de vanidades.
Con pulso incierto garabateamos papeles
apelando a nuestra riqueza intelectual tan
sensible como—creemos que— enriquecedora.
Escritos, alegatos, memorándum poemas, epístolas.
Todo eso que enlaza con la terrible angustia
de estar vivos y querer a toda costa reseñarlo.
Altanero borrador, estrecha mente de autor,
este poema escrito como ejercicio de no sé qué.
Quizás como requerimiento o testimonio
de horas trasnochadas, hueras y aburridas.
Mientras escribo, escucho a César Vallejo
desde su tumba vociferar airado:
“Morimos
para dentro y morimos para afuera”.
¡Somos humanos, qué se le va a hacer! Se escribe, pinta, danza, versa, etc., se dice "para mí mismo", pero se agradece la lectura y si es real y profunda, con un buen comentario que la refleje, mejor aún, porque necesitamos, aunque digamos que no, elevar nuestra vanidad, sentirnos un poquito más arriba en el escalafón. No nos interesa sumar seguidores, pero nos alegra ver sumarse gente a nuestras páginas. Es así, pero ojalá lo olvidáramos, que realmente lo único que nos importe sea vaciarnos y quedar ligeros para volar entre letras, versos, pasos de danza y pinceles, sin esperar el aplauso ni la ovasión de nadie más que de uno mismo. Besos
ResponderEliminarBueno, eso sería lo ideal, que uno mismo se quedara conforme y hasta satisfecho con lo expresado en cualquiera de las formas que se haga. Lo cierto es que el arte, la literatura, la poesía con ella, se muestra para asegurarnos que a otros les agrada, lo alaban, lo retienen. Si es al contrario, sentimos que no nos comprenden, o que no vale nada... No deberíamos preocuparnos mucho si no es para mejorar, Sí saber que merece la pena, que nos compensa aunque sea por el simple pero necesario desahogo.
EliminarUn abrazo.
Entre la vanidad egocéntrica y narcisita y la falsa modestia, hay un territorio legítimo que es la estimulante satisfacción de recibir el reconocimiento de un trabajo creativo salido del alma y construido con amor y sensibilidad. Es el gratificante pago que se hace al generoso autor que regala su arte sin límites ni limitaciones. Yo te agradezco lo mucho que nos das generosamente, de lo que siempre aprendo y me enriquezco con enorme satisfacción. Gracias, polifacético amigo.
ResponderEliminarEs difícil a veces hallar esos límites o fronteras donde comienza lo uno y acaba lo otro, Francisco. El poema-escrito fue un intento por colocarme en mi sitio.
EliminarGracias por cuanto de razonable apuntas desde esa exquisita inteligencia que dios te dio. Es una suerte tenerte de amigo. Un abrazo.
No conocía ni al pintor, ni al poeta. Al menos no recuerdo si alguna vez estuvieron en mi mente. Son siempre tantas cosas las que se hacinan en el cerebro. El afán porque nos vean o nos oigan es, en mi opinión, el resultado de dudarnos tan a menudo. Al menos en mi caso. Suelo buscar mi reflejo emocional en otras emociones para descubrirme cierto aunque solo sea de manera efímera. Es reconfortante no sentirse solo cuando la tormenta te arrastra. Cada emoción conseguida es una tabla de salvación a la que asirse para que las mías existan. Y el arte, como bien sabes, es el mejor vehículo hacia nosotros a través de los demás.
ResponderEliminarAlgo tardío llego a agradecerte este comentario sobre el poema, amigo Jordi, disculpa, tengo el correo abarrotado estos días y eso que no me llega todo lo que luego aparece en Órbita y se me van algunas cosas. Dejado el desahogo, darte las gracias por tus palabras que son certeras. Creo que a todos nos sucede ese querer reconocernos en las opiniones ajenas siempre más benevolentes y entusiastas que las propias. El poema iba más por el lado de la vanidad, ese "Vanidad de vanidades" del Libro de Eclesiastés, cuando lo que deseamos es sacar el ego a flote para que se nos adule y sentirnos de ese modo vivos. Quizás un rollo barato a modo de verso. En todo caso, nos ha servido para comunicarnos un momento, y eso humanamente reconforta.
EliminarUn abrazo inmenso y que estés bien.