José Verón fue Premio de las Letras Aragonesas el año 2013
RITUAL DEL VISITANTE
José Verón Gormaz muestra una sagaz percepción de la conciencia reflexiva en su obra, poemas que al instante de leerlos irradian imágenes y tonalidades que atraen y conmueven al lector. José Verón posee un universo artístico personal e irreemplazable, emergido de una atmósfera donde se funde el campo y el cielo aragonés con facilidad de salmo. Lugares que el poeta siente en el alma, que retrata en verso y en fotografía como pocos con tanta sensibilidad pueden lograrlo. Esa atmósfera captada, reflejada a través de las distintas modalidades artísticas, se hace complaciente con el leedor u observador, aún siéndole territorio inexplorado, un universo repleto de profundos silencios, de grandes soledades, de duros laboriosos acontecimientos. Envuelto en esa elipsis, clima a menudo sangrante pero siempre hermoso y conmovedor, escribe y reflexiona el poeta sobre la vida y sus complejidades, atento al menor sonido, al mínimo movimiento, privilegiado observador de las particularidades poéticas y filosóficas que ofrece la tierra, su tierra. Todo penetra suavemente por la abierta ventana del estudio para serle revelado, todo en inevitable génesis lírica acaba formando el poema.
He leído su último libro, que gentilmente me ha enviado, con gran placer literario. Pasando sus páginas me he emocionado de nuevo con la calidad ritual que posen sus versos, conformación de poemas de sólida madurez expresiva. Una sencilla y maravillosa obra que da acierto a la observancia, a “la ceniza, que envuelve las palabras/ y las guarda del frío de los años” en ese “camino de papel y de palabras” que tan bien conoce el escritor. Brotan los versos con la capacidad demiúrgica de haber manado con respeto y coherencia -metáfora polivalente de acierto- en libre disposición de canto. Dejan huella sin estridencia ni ruido, sí con la fuerza susurrante e inspiradora que posee su creador. Sensación que se hace más valiosa con el tiempo, ya que estos poemas poseen un sentido estético-vibrante, que actúa tras la lectura conformando un código secreto, comprometido, sensible, singular. Carácter que revela la relevancia, la particularidad, el acento especial de una elegante y sobria voz, que al sentirla y hacerla intima relampaguea por nuestro interior con inusitada fortaleza.
El Libro se lee y se explica casi sin que nos demos cuenta. El lector ha de traducirlo, recorrer verso a verso, página a página, el sendero emocional que el poeta propone asumiéndolo como propio; ha de hurgar, deleitarse, sufrir, inquirir, intuir, dejarse llevar de tal modo, que los versos creen un vínculo especial e imperecedero con el lector.
Los poemas más cortos, llevan el peso y el admirable sello de la levedad. Generalmente de contenida melancolía, llegan nítidos a la conciencia lectora, gracias a las ráfagas de emotividad y verdad poética que José Verón sabe imprimirles. Léanlo. Se trata del “Ritual del visitante”. Un poemario donde se revela la magnificencia de quien lo escribe, abduciéndonos hasta en el in illo tempore , déjenme decirlo de este modo. Y lo hace a través de una avalancha de emociones, que sin darnos cuenta, desde la soledad, la tarde y el viento, nos va dejando “Sobre los signos de un papel dormido”, poemas que ya nos pertenecen. Son versos a veces de delicada melancolía, otras de riguroso planteamiento, certeros y necesarios siempre, marcando un eco interior que se prolonga en sana probidad emocional.
El poeta bilbilitano, en esta mágica obra, se desnuda por dentro para regalarnos su universo reflexivo. Armoniosa voz al descubrirnos íntimos desasosiegos de un orbe de contrastadas imágenes situadas en el cofre multicolor de sus inquietudes personales. Pocos autores sienten y mueven el verso como lo hace José Verón. Lúcido y conmovedor, nuestro poeta es profundo, magnético y a la vez cercano. “A través de las horas/ habla la inmensidad iluminada/ por el sol vertical del mediodía…”
Y nada más, pues, “Sólo el eco brutal de las ausencias” parece tener sentido.
Barcelona. Marzo del 2013.
©Teo Revilla Bravo.
Una lectura totalmente recomendable, sus poemas dejan una sensación parecida a la de atravesar un banco de niebla...vas despacio, palabra a palabra, ves lo que él quiere que veas, el resto lo vas creando con tu imaginación, y sales de ahí diferente, impregnada de su bella poesía. Besitos
ResponderEliminarUn poeta pleno de sensibilidad y sentido poético sin duda.
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