SER POETA
«La atmósfera norteña, los colores del campo, los bosques y la sierra, la naturaleza siempre esplendorosa de los contornos cántabros y palentinos, unido al ambiente especial generado en la cuenca minera barruelana con sus vidas marcadas por la cercanía de la muerte, la angustia y la esperanza, hicieron brotar en mí el sentimiento y la sensibilidad que muy temprano me llevaron a la poesía y a la pintura, así como a toda forma de arte, pábulos de expresión y vida»
SER POETA
DEMASIADO RUIDO Y POCA HONDURA
Existe en la actualidad poética
española —también en la narrativa—, imagino que pasará igual en otras partes y
lugares del mundo con lenguas y formaciones literarias diferentes, demasiado
ruido y poca hondura. La sociedad está necesitada de razones y nobleza. La reflexión ineludible que todo
ejercicio poético necesita, brilla por su ausencia: demasiada
banalidad en torno a las redes. Y también a la hora de difundir obras que parecen se hicieran para obtener solamente
buenas ventas o envanecimiento de egos.
Por eso cuando nos acercamos a una obra íntegra, recuperadora de la palabra en toda su extensión y significado, removiendo el interior del lector para acomodarse como parte de su propio ADN, toda emoción está garantizada entonces: versos y escritos bucean, por fortuna, dentro del alma agitándola con nervio vivaz.
Se podrían escribir muchas páginas, si nos detuviéramos, en esta cuestión con tranquilidad, pues el tema es de interés. No será ahora por mi parte. Lo escrito solamente es una llamada de atención al respecto, una pretensión de llamar la atención sobre el hecho de la banalidad existente a cuantos amamos la poesía que de nace y mana del alma.
Siento envidia sana de todos los
buenos poetas actuales que leo, pues la poesía es una
escritura de alta tensión emocional, espacial y temporal, siempre necesaria,
capaz de hacer germinar en el buen lector todo tipo de emociones.
Diciembre del 2023.
ARTE
Y SILENCIO
En silencio se piensa, se intenta conocer uno mismo, y también se crea. Las grandes ideas van acompañadas de silencios. El artista se aleja del ruido, para imaginar, sentir y obrar. Saber hablar y saber callar, es signo de inteligencia. Carlyle señalaba la grandeza de la Palabra (así con mayúscula), pero nos advertía que es más grande aún la virtud del Silencio. Que difícil resolver ese dilema cargados como estamos de ruidos externos, así como de internos como los que producen las dudas, los temores y recelos. Sólo el artista, el místico, el sensible, lo entienden, aunque entre silencio y silencio aparezca la pesadilla, el desorden mental, aquello que puede provocar un gran grito de angustia pero también transformarse en una genial obra de arte con conseguido tejido expresivo. El problema, es que cada vez hay menos traductores y guiadores de esos silencios, menos artistas y místicos que lo practiquen, menos poetas que se sirvan de él para alentar fecundos versos, menos potencial humano siempre necesario.
Una obscura sombra se pasea por la terrible conformidad recogiendo, en vano, un legado olvidado entre polvos de museos sin el calor efectivo de alma sensible que le dio vida: silencio artístico del destierro, nublado por la vaguería institucional de darle luz.
Hay que respetar
el silencio, recoger la luz que nos proporciona. Pretender eliminarlo con falsos
clamores, es una falta de respeto para el arte y la vida. La palabra del poeta
y la obra de todo artista, nacen del silencio.
Necesitamos hallarlo y respetarlo, pues lejos del impersonal ruido que inunda librerías, exposiciones, y actos de presentaciones con tanta vana cantinela (cada vez hay más ruido en torno al llamado arte, pues asistimos con acrecencia a lo que podíamos llamar cultura del banal consumo), reside su valor y esencia.
Alejémonos de luces, artificios y boatos, así como de quienes, prácticos y espurios, con ruido innecesario nos acallan y distraen con oropeles y alegatos vacuos.
La lectura que
hagamos de la actividad artística, para
que llegue, quede y cultive, necesita silencio.
Barcelona, 23 de abril de 2015.
©Teo Revilla Bravo.
TÚ, AMOR
Hay que dejar reposar las señales,
buscar el silencio reconciliador
y que hable la poesía sublime
nacida de sensitivas complejidades.
Tú, amor, compones la historia
de esos versos —pasaderas de silencio—,
de hoy, reclamos cercanos
y unívocos de fortaleza y templanza;
tú, amor, formas el poema preciso
y precioso que van escribiendo
los días instante a instante
iluminando —ecos de soles
y estelas— nuestras
vidas,
largo poema que
llega latente,
en primicia de versos como cuerpos
y almas, respiro ardiente
de nuestras
vidas en equidad de locuras,
poema que va penetrando en lo más
recóndito —casa, lecho, ardor, cuero
alma— de nuestros gestos y milagros.
Esas aves que duermen acopladas
a la suave albura de su cuidadoso
vuelo, parecen, amor, verlo y sentirlo.
BROTAN LAS PALABRAS
© Teo
Revilla Bravo