SEPTUAGENARIO
La voz del tiempo a mis espaldas
se siente. A momentos parece rozarme,
pellizcarme el ánimo, dislocarme
atrevida el alma sin dejar aparente
dolor, ni desazón ni amargura.
No sé si certera, errada o furtiva,
pero con una ofrenda floral y un cantar
de largas huellas, que con sus colores
mensajeros magnéticos me avivan.
Setenta años. Las huellas del ayer
se confunden arrítmicas con los posos
meritorios de hoy.
El olvido barrió la bruma de tus ojos,
se fue donde se pierde la materia
haciéndonos eternos.
Pues algo no cambia pese a todo:
esa muerte, puente tendido hermanada
de silencios desgranando ámbitos y notas,
donde sincronizados en amor
seguimos en infinitud sintiéndonos.
BROTAN LAS PALABRAS
© Teo Revilla Bravo