ALGUNAS
CONSIDERACIONES SOBRE POESÍA
Siendo adolescente, entre trece y catorce
años, intenté escribir poemas que hablaran de la soledad y del amor, poemas que
no llegaron a satisfacerme pero que fueron germen de una vocación que me ha
acompañado toda la vida. Aquel comienzo respondió a una necesidad vital, a la
búsqueda genuina de mi identidad más sensible. El sol, la lluvia, los prados,
la naturaleza, las montañas de la Cantabria palentina, hicieron posible la
sensibilidad y el impulso de plasmarla bien en versos, bien en dibujos y
pinturas. La lluvia, frecuente en la zona, fue la gran catalizadora de esas
emociones. La sentía y veía tras la ventana de la casa con gran revuelo en el
corazón. Musa inspiradora, fue incorporada como inspiración, y en muchos de los
poemas algo sustancial. El agua y sus atributos vehiculizando contenidos,
trasformaron mi escritura. Las tormentas
con sus atronadores ruidos y luego los prolongados silencios o la armoniosa
música de fondo, fueron haciéndolo posible. Huir de la estridencia, solucionar
las contrariedades, equilibrar el fondo en pulsión constante, en atenta mirada
a la vida con su dulce tremolar de luces y alas.
Un poeta atento y a la vez distraído, es un
oxímoron originando nuevos sentidos y voces a sus letras. Lo que llamamos
inspiración, foco de luz, primigenia imagen, es la punta del ovillo por
donde ha de tirar para desmadejar la idea entrando en el laberinto de las
emociones; el motor sería la cuerda tensa, la atención flotante sobre las cosas
del mundo que persigue desbordándose, sea abstraído o no. La escritura del
poema tiene tiempos o tempos. Un tiempo inicial que comienza cuando la cuerda
adquiere tensión y la inspiración nos acerca a la primera idea con que modelar
el resto de la obra; otro momento sería el cuidado del material, la revisión y
corrección, el ejercer con ternura lo que llamamos oficio hasta dar en el
blanco o acercarse a él concretizando,
en lo posible, la matizada flexibilidad del poema.
Barcelona, febrero del 2025
© Teo Revilla Bravo
Hola Teo, nos dejas asirte de la mano en ese desigual paso hacia el posible reflejo de lo anhelado...revestido de cuanto le otorga su natural encanto y se intenta descubrir en lo proyectado con ese sentir que lo hace mágico.
ResponderEliminarUn abrazo
Teo, al leerte uno siente cómo la palabra se transforma en lluvia que acaricia el alma. Tu reflexión, tan íntima y a la vez tan universal, nos lleva al corazón mismo del impulso creador. Es en la lluvia, en la sierra palentina, en esa tensión entre silencio e inspiración, donde se revela tu voz poética.
ResponderEliminarGracias por compartir esta travesía emocional y estética que, como tus versos, nos invita a mirar con atención flotante la belleza del mundo.
Un abrazo desde el sur.